· ¿De qué lado estamos? ·


  • 20º semana durante el año – Ciclo C
  • Domingo 16 de agosto de 2025 – Catedral de La Plata

Este fin de Semana, la Liturgia de la Palabra nos pone frente a una de las enseñanzas más fuertes de Jesús, que al decir “he venido a traer la división”, nos deja realmente perplejos


Lecturas

Jeremías 38, 4-6. 8-10.
Salmo 39, 2. 3. 4. 18.
Carta a los Hebreos 12, 1-4.

Lectura del Santo Evangelio según Lucas

Lucas 12, 49-53.

Jesús dijo a sus discípulos: Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!

¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.

De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».

Palabra del Señor.

  • Nos hace mucho ruido escuchar a Jesús, a quien identificamos con los brazos extendidos a todos, con la comunión, con la paz, con la concordia, con la construcción de puentes, con la calma, decir “he venido a traer la división”. Tenemos que entender que Jesús no está diciendo que ha venido a traer discordia, generar problemas entre las personas, o a sembrar conflicto; sino que su evangelio, y su persona, y la configuración de nuestra vida con todas sus enseñanzas y con su gracia, necesariamente nos pone en camino hacia el Reino de los Cielos, y en la “vereda de enfrente” de aquellos que quieren vivir otro estilo de vida diferente del que nos ha propuesto el Señor. Esta división es una realidad que experimentamos en nuestro propio círculo familiar o de amigos, pero que no nos exige “ir al choque”, o pelear por las cosas de Dios, porque tampoco ese es el espíritu del Evangelio. ¿Nos sentimos y realmente estamos del lado de Jesús y su Evangelio? ¿Tratamos de construir puentes que acerquen a los que están lejos de Dios? ¿Damos un testimonio contundente de coherencia de vida cristiana, para que muchos quieran adherir y empezar a caminar en la fe?

Padre Hernán Remundini

Con la intención de una lectura más variada y abundante, la Iglesia nos propone tres ciclos litúrgicos A, B y C, de tal manera los mismos textos no volverán a leerse hasta después de tres años. Los invitamos a volver a ver cada una de ellas.


Año Litúrgico 2023-2024 – Ciclo B -«Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» . Aquí junto a la carne aparece también la sangre. Carne y sangre en el lenguaje bíblico expresan la humanidad concreta. La gente y los mismos discípulos instituyen que Jesús les invita a entrar en comunión con Él, a «comer» a Él, su humanidad para compartir con Él el don de la vida para el mundo. ¡Mucho más que triunfos y espejismos exitosos! Es precisamente el sacrificio de Jesús lo que se dona a sí mismo por nosotros. Este pan de vida, sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, viene a nosotros donado gratuitamente en la mesa de la eucaristía. En torno al altar encontramos lo que nos alimenta y nos sacia la sed espiritualmente hoy y para la eternidad. Cada vez que participamos en la santa misa, en un cierto sentido, anticipamos el cielo en la tierra, porque del alimento eucarístico, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, aprendemos qué es la vida eterna. Esta es vivir por el Señor: «el que me coma vivirá por mí», dice el Señor.

Evangelio

San Juan 6, 51-58

Ciclo A – ¿Cuál es la fe grande? La fe grande es aquella que lleva la propia historia, marcada también por las heridas, a los pies del Señor pidiéndole que la sane, que le dé sentido. Cada uno de nosotros tiene su propia historia y no siempre es una historia limpia; muchas veces es una historia difícil, con muchos dolores, muchos problemas y muchos pecados. ¿Qué hago, yo, con mi historia? ¿La escondo? ¡No! Tenemos que llevarla delante del Señor: “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!” Esto es lo que nos enseña esta mujer, esta buena mujer: la valentía de llevar la propia historia de dolor delante de Dios, delante de Jesús; tocar la ternura de Dios, la ternura de Jesús. Hagamos, nosotros, la prueba de esta historia, de esta oración: cada uno que piense en la propia historia. Siempre hay cosas feas en una historia, siempre. Vamos donde Jesús, llamamos al corazón de Jesús y le decimos: “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”.

Evangelio

Mateo 15, 21-28

El Ciclo C basado en los textos de Lucas. El fuego del cual habla Jesús es el fuego del Espíritu Santo, presencia viva y operante en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Este –el fuego– es una fuerza creadora que purifica y renueva, quema toda miseria humana, todo egoísmo, todo pecado, nos transforma desde dentro, nos regenera y nos hace capaces de amar. Jesús desea que el Espíritu Santo estalle como el fuego en nuestro corazón, porque sólo partiendo del corazón el incendio del amor divino podrá extenderse y hacer progresar el Reino de Dios. No parte de la cabeza, parte del corazón. Y por eso Jesús quiere que el fuego entre en nuestro corazón. Si nos abrimos completamente a la acción de este fuego que es el Espíritu Santo, Él nos donará la audacia y el fervor para anunciar a todos a Jesús y su confortante mensaje de misericordia y salvación, navegando en alta mar, sin miedos.

Evangelio

Lucas 12, 49-53

Seguinos también en nuestras redes sociales